No entendiste a Esther Greenwood, y no pasa nada. Pero no la desprecies por ser más sincera que tú.
He leído La campana de cristal con los ojos de alguien que ha sentido lo que Sylvia Plath escribió, aunque no con las mismas palabras. Conozco la sensación de ver a la tristeza llegar como una niebla, envolverte sin que puedas explicarla. He escuchado las conversaciones del feminismo, he sido testigo del peso de la maternidad forzada, y he mirado a mi madre vivirla. No leí este libro por morbo ni por curiosidad literaria. Lo leí buscando verdad. Y la encontré.
Por eso me duele e indigna ver cómo hay quienes entran a estas páginas buscando “una historia interesante”, y salen diciendo que es aburrida, que no pasa nada, que Esther Greenwood es una exagerada.
¿De verdad?
¿Esperaban fuegos artificiales mientras una mujer intentaba poner en palabras su colapso?
Lo que más me enfurece no es que no les haya gustado. Es que la juzguen por hablar con crudeza de lo que el mundo se ha esforzado tanto en silenciar: la tristeza que no tiene forma, el rechazo a los roles impuestos, el peso de vivir en un cuerpo y un tiempo que no te escuchan. La desesperación sin nombre. El deseo de desaparecer sin hacerlo sonar bonito.
Y muchas veces, quienes más se indignan con este libro son las generaciones mayores.
Personas que crecieron con la idea de que los problemas emocionales eran debilidad, que la maternidad era una obligación sagrada y que las mujeres que cuestionaban su lugar en el mundo estaban “dañadas”. Para ellas, este libro no solo es incómodo: es una amenaza directa a la narrativa que les enseñaron a aceptar como verdad. Pero la incomodidad no es un defecto del libro, sino un reflejo de las paredes que lo rodean. La campana de cristal no ataca, simplemente muestra. Y a veces lo que muestra es todo lo que otros han evitado ver.
La campana de cristal no fue escrita para complacer. Fue escrita para sacar el grito de una garganta que ya no encontraba salida. Y muchos la leyeron buscando exactamente eso: el grito de Sylvia antes de su muerte. Lo que no esperaban es que ese grito fuera humano, sutil, incómodo, demasiado verdadero. Que no viniera envuelto en drama hollywoodense, sino en descripciones suaves, poéticas y precisas del vacío.
Y cuando encontraron esa verdad, algunos se burlaron. Otros se alejaron.
Pero muy pocos se atrevieron a quedarse y mirar de frente.
Yo sí.
Y muchos otros también.
Porque hay quienes no necesitan vivir exactamente lo mismo para saber que esto es real. Y hay quienes, como yo, han sentido cosas tan parecidas que dolería no llamarlas por su nombre.
No entendiste a Esther Greenwood, y no pasa nada.
Pero no la desprecies por ser más sincera que tú.
Solo acepta que hay voces que aún no sabes escuchar, y que no todas las heridas se gritan. Algunas se escriben.
Como esta.
No entendiste a Esther Greenwood, y no pasa nada. Pero no la desprecies por ser más sincera que tú.
He leído La campana de cristal con los ojos de alguien que ha sentido lo que Sylvia Plath escribió, aunque no con las mismas palabras. Conozco la sensación de ver a la tristeza llegar como una niebla, envolverte sin que puedas explicarla. He escuchado las conversaciones del feminismo, he sido testigo del peso de la maternidad forzada, y he mirado a mi madre vivirla. No leí este libro por morbo ni por curiosidad literaria. Lo leí buscando verdad. Y la encontré.
Por eso me duele e indigna ver cómo hay quienes entran a estas páginas buscando “una historia interesante”, y salen diciendo que es aburrida, que no pasa nada, que Esther Greenwood es una exagerada.
¿De verdad?
¿Esperaban fuegos artificiales mientras una mujer intentaba poner en palabras su colapso?
Lo que más me enfurece no es que no les haya gustado. Es que la juzguen por hablar con crudeza de lo que el mundo se ha esforzado tanto en silenciar: la tristeza que no tiene forma, el rechazo a los roles impuestos, el peso de vivir en un cuerpo y un tiempo que no te escuchan. La desesperación sin nombre. El deseo de desaparecer sin hacerlo sonar bonito.
Y muchas veces, quienes más se indignan con este libro son las generaciones mayores.
Personas que crecieron con la idea de que los problemas emocionales eran debilidad, que la maternidad era una obligación sagrada y que las mujeres que cuestionaban su lugar en el mundo estaban “dañadas”. Para ellas, este libro no solo es incómodo: es una amenaza directa a la narrativa que les enseñaron a aceptar como verdad. Pero la incomodidad no es un defecto del libro, sino un reflejo de las paredes que lo rodean. La campana de cristal no ataca, simplemente muestra. Y a veces lo que muestra es todo lo que otros han evitado ver.
La campana de cristal no fue escrita para complacer. Fue escrita para sacar el grito de una garganta que ya no encontraba salida. Y muchos la leyeron buscando exactamente eso: el grito de Sylvia antes de su muerte. Lo que no esperaban es que ese grito fuera humano, sutil, incómodo, demasiado verdadero. Que no viniera envuelto en drama hollywoodense, sino en descripciones suaves, poéticas y precisas del vacío.
Y cuando encontraron esa verdad, algunos se burlaron. Otros se alejaron.
Pero muy pocos se atrevieron a quedarse y mirar de frente.
Yo sí.
Y muchos otros también.
Porque hay quienes no necesitan vivir exactamente lo mismo para saber que esto es real. Y hay quienes, como yo, han sentido cosas tan parecidas que dolería no llamarlas por su nombre.
No entendiste a Esther Greenwood, y no pasa nada.
Pero no la desprecies por ser más sincera que tú.
Solo acepta que hay voces que aún no sabes escuchar, y que no todas las heridas se gritan. Algunas se escriben.
Como esta.
Hermano que hermoso cuentoo 😭😭, es un apapacho al corazón y a la vez un golpe a el mismo 😪, me fascinó la redacción, tiene bien merecido su puesto como clásico
Contains spoilers
Hermano quiero mucho a Macario, se merecía 2 pollos completos del pollo loco 😭.
Es una historia súper buena para ser tan corta, no se si sea mi patriotismo cegando mi opinión pero es una de las mejores representaciones de como vemos a la muerte los mexicanos.
inche Macario era bien vivo JKAJA
Es un zapato.
Gracias a este libro y a la elección de lenguaje hice un diccionario de 254 palabras, me ayudó muchísimo a expandir mi léxico.
Es una historia como para pasar el tiempo, el protagonista es un hombre algo aburrido pero entiendo que sea así ya que Kafka nos quiere brindar algo más que una historia, nos quiere poner a reflexionar mediante el libro.
Son relatos cortos y entretenidos, no son de terror de esos que te hacen temer de ir al baño a las 3 de la mañana pero si son entretenidos :p
Es una historia entretenida, corta y con sus momentos emotivos y divertidos, me transportó a una realidad que nunca m hubiera imaginado conocer, esa es la magia de los libros.
Lo recomiendo mucho para empezar a leer.
Es una historia simple y acogedora, es un apapachito al corazón y tiene un ritmo calmado, es una de mis recomendaciones para empezar a leer :3
Fue mi primer libro de kafka, no me arrepiento de leerlo para nada, al principio pensé que el libro sería un zapato (como la mayoría de clásicos), pero me gustó muchísimo la forma en la que Kafka escribe y me hizo querer saber más de él y de su obra.
Gregor me da mucha tristeza, quisiera meterme en el libro, abrirle la ventana y decirle que salga volando, que disfrute su vida y que no se preocupe por su trabajo.
Es una historia súper fuerte, leer este libro te hace investigar más sobre temas que nos afectan a todos de una u otra manera, como la trata de personas, la explotación, la violencia de género, la migración forzada y la violación de derechos humanos.
Apoyo muchísimo a la autora por compartir una realidad de muchas mujeres en todo el mundo, a mí me abrió los ojos a una realidad de la que solo tenía una idea borrosa.
Contains spoilers
Es una historia linda y fácil de leer.
La amistad del protagonista y de Gon se me hace algo muy interesante, es entretenido y divertido ver como un bully y una de sus víctimas se hacen amigos por una de las cosas más humanas que tenemos: la curiosidad.
Cuando Gon está en el punto más crítico de sus malos pasos te hace sentir pequeño y vulnerable, me metí mucho en el ambiente de esa parte, ¡Hermosa redacción!.
Me hubiera gustado que al principio se incluyera alguna explicación de cómo se puede curar la enfermedad del portaminas para que el final se sintiera aún mas emotivo.