Es un libro para mujeres del siglo pasado y ni eso... Se lo dedica a sus hermanas pero me parece triste que las trate como personas sin intelecto, tal vez el libro estaría mejor logrado si escribiera para PERSONAS y ya, no para su imaginario de lo que son las mujeres. Tiene partes bien logradas no lo negaré, pero la mayoría del libro solo se sintió como un niño mimado diciéndome qué hacer sin siquiera saber de lo que está hablando. Las recetas no tienen sentido, no hay una relación con la cocina o sus ingredientes y lo que busca exponer en cada página ¿para qué usar ingredientes fantásticos como la "carne de mamut" si no va a llegar a ninguna idea? En un punto simplemente pasa de todo y manda a comer hielo a las embarazadas ja ja ja, así como en otro que dice " no hay nada que hacer tome agua" ah bueno para saber.
Es un acto de valentía escribir sobre algo que no se acaba de entender nunca...
Amé la forma en la que compara el poco tacto que las personas muestran al ver que alguien tiene una enfermedad “invisible” , pero en cambio la compasión que le dan a una enfermedad angustiantemente evidente como un cáncer.
“Muertes chiquitas” que forma tan bella (sin querer ofender) de llamarle al insondable vacío, a la basta tristeza.
Nunca quise leer en voz alta un libro , ni publicarlo en mil historias en redes sociales o dárselo a todos mis conocidos, pero este libro definitivamente ha generado en mí el deseo de que todo el mundo lo lea, como si de una buena canción se tratase. Las ilustraciones sencillas pero maravillosas, el libro es un abrazo, una palmadita en la espalda, un empujón cuando se aprende a montar bici.
No creo volver a leerlo , pero en su momento viví la fantasía de tener una playa en Bogotá, de ser un gato con una dueña hermosa. Me lo imaginé de principio a fin y eso es ¡poderosísimo! Adoro los recuerdos de una juventud caótica que me evoca.