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No pude leer más allá de la mitad del libro. Digo, empieza bien, Cath empieza siendo un personaje fácil de pensar y de identificarse —sobre todo proviniendo de otra fangirl y escritora de fanfics—, pero a partir que el 9/11 empieza a ser una cosa, cuando se empieza a mezclar ese evento con la ruptura de su familia, cuando incluso se niega a perdonar a su madre y no perdona a Wren por poder hacerlo, CUANDO SE NIEGA A ESCRIBIR HISTORIAS ORIGINALES PORQUE LE IMPORTA MÁS SU ZONA DE CONFORT... Ahí es donde toda esa magia que se iba creando junto con la fascinación a su personaje y sus ganas de verla CRECER se interrumpen.
Cath empieza bien, es una escritora de fanfics, una fan a morir de sus libros (bonito rip off de Harry Potter), y que encuentra en su hobby como fanficker el deseo de volverse una escritora, al punto de matricularse en Literatura y no solo eso, en clases de Escritura Creativa Avanzada. Me pareció muy bien, pero cuando la sinopsis dice que su profesora piensa mal del fanfiction, esperaba que fuera de las típicas “puritanas de la Lengua”, que condenan el entretenimiento de este tipo. No. La profesora de Cath quiere alentarla a empezar a escribir cosas propias, a lo que ella se aferra a que prefiere seguir escribiendo en su página de fanfics y me parece que admite que su interés hacia las clases de Escritura Creativa son para, atentos... Escribir mejores fanfics.
Yo también soy fanficker, pero a partir de ahí empecé a tomar las fuerzas para escribir mis propios originales. Así que creé mucha empatía por Cath con sus miedos que son referentes al fandom y a su entorno IRL, pero perdí esos lazos recién creados cuando empieza a comportarse como una niña mimada.