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¿Tienen idea de lo que acabo de leer? No. No saben. Es demasiado. Mi cabeza por fin hizo “¡KABOOM!”. No pueden dilucidar cómo me siento. Es mucho.
RESEÑA
Me he tardado más de la cuenta en entregar esta reseña, pero sin lugar a dudas que no me ha abandonado de la cabeza. Porque aún mientras estaba haciendo fila en un banco, sigo pensando en la oscura y romántica historia entre una cortesana de la Venecia de 1750 y un peligroso asesino serial. El juego de Diávolo ha iniciado. ¿Serás capaz de entrar en él?
Jianna D'Angelo es una joven de dieciséis años que vive en los suburbios de Venecia, Italia. La familia D'Angelo, como las demás personas de esa zona, viven en la pobreza, luchando contra el hambre y la enfermedad para sobrevivir, solo unos pocos lográndolo. Jianna es huérfana de padre y madre, viviendo solo con su hermana mayor Delia, Savino –el abusivo y borracho esposo de ésta–, los sobrinos de este matrimonio, y además de su cuñada Gina, esposa de su hermano mayor quien se lanzó al mar hacía una temporada y no vuelve, dejando a su mujer e hijos. Lo que Jianna y su hermana, junto a una sobrina, ganan no es suficiente para solventar a toda una familia tan numerosa, sin mencionar que lo poco que ganan, Savino lo pierde en bebida y juegos de mesa. En un momento de desesperación, Jianna recurre a una sola forma de sacar a su familia de la miseria: decide prostituirse. Y lo hace, logrando hacerlo a cambio de comida que lleva a su gente.
Jianna repite la ocasión varias veces con el mismo hombre, Fabrizio, quien le paga sus servicios con comida, hasta que ella toma valor y se va a la calle de las prostitutas, donde su ambición sube. No es solo comida lo que necesitan ahora, sino dinero también, algo que Fabrizio no podrá darle. Pero una noche, es atacada por un grupo de prostitutas hartas de que Jianna robe la atención de todos los clientes. A punto de alcanzar su muerte, es salvada por una persona. Pero no un ángel guardián sino, un demonio. Diávolo.
“Aquellas cinco putas iban a matar a un ángel. Enloquecí por completo. Muy pocas veces en mi vida he matado con tanta ira. Supongo que fue porque era la primera vez que mataba por una razón, lo cual me convertía en un asesino diferente. Lo comprobé en cuanto terminé de quitarles la vida. Era como si otro Diávolo se hubiese apoderado de mí.”
Diávolo
La Serenissima
“Podría estar horas describiendo la imagen de Jianna mientras bajaba aquellas escaleras y todo lo que yo sentí mientras lo hacía. Ya no quedaba nada de la escuálida joven sucia que encontré en la penumbra. Sí es importante que sepas que el que otros hombres la miraran de la misma forma que yo me llenaba de ira. Los hubiese matado a todos, pero era difícil matar con Jianna delante. (...) Después de mucho meditarlo, lo único que podía hacer desaparecer de mi cabeza la idea de matar a cada hombre que la pretendiera, era conformarme con tenerla cerca. No buscaba que se enamorara de mí, yo soy un ser condenado y ella un ángel. (...) Pero Jianna tenía algo que no tenía nadie más y que hizo que todos los hombres y un Diávolo aquella noche cayeran a sus pies.”
“Pasé del entusiasmo y la euforia que me producía ver en los ojos de otros el terror de mis actos, a la ira que me invadía al oír la curiosidad que ella despertaba. (...) Era consciente de que debería empezar a acostumbrarme a que hombres que apreciaba y que despreciaba pudieran tocarla a cambio de una suma muy alta.
Yo mismo tendría que pagar por ella, aunque eso no me importaba, solo me preocupaba poder contener mi ira y no introducir mi debilidad en La Serenissima.”
V for Vendetta
Ashita no Nadja
Myriam Millán
“Estaba convencido de que mataría a la primera persona que entrara en el callejón, pero entonces vi a Jianna. Aquella joven harapienta y sucia hizo que se desvaneciera el infierno bajo mis pies y, por un instante, dejé de ser ese monstruo al que llamaban Diávolo.”
spoilers
SPOILERS Y FANGIRLEO
Ahora sí puedo hablarles con absoluta franqueza. Lo primero que puedo decir es: ¡¡¡AAAAAAHH!!!
O sea, este libro ¡fue la bomba! Nunca creí que ese libro con atractiva portada que me topé en una página iría a causar tal impresión y tal infarto en mi vida. Incluso puedo asegurar de que a mitad de lectura declaré: “he encontrado a mi favorito del mes de marzo y mi primera favorito del 2017”. Porque Él, Diávolo ha arrasado con ambos puestos, desembarcando cualquier otro, antes o después de él. En verdad no sé cómo le hizo o qué pacto con el diablo tuvo Myriam, pero a esta mujer le haré un altar. Tiene una combinación que incluso supera la de Rip (reseña) de Rachel Van Dyken.
Tengo una peligrosa debilidad por esta combinación: tipo sádicos capaces de cualquier cosa, pero incapaces de no rendirse a los pies de alguien, de poseer tal debilidad hacia una persona que lo protejan de todo y de todos, hasta de sí mismos. Astutos, posesivos, con un lado oscuro que hasta ellos mismos temen. Diávolo es un personaje que me enamoró por completo. Y admitiré algo, algo tan imposible que hasta yo misma me sorprendí (y por el cual me arrancaran la cabeza si existieran): Diávolo ha sido capaz de arrebatarle el puesto de mi amor literario al mismísimo Lord Voldemort.
¡ARGH! Si me conocieran en persona, o lo conocerán ahora, tengo un extraño amor hacia este ser, sea en su forma de Voldemort o de Tom Riddle, y nunca, nunca antes ningún personaje masculino encantador ha podido quitarle el trono que Riddle tiene para mí. Pero llega este sádico asesino veneciano y ¡PUM! Chao, Riddle.
Regresando al tema del libro, confieso que no esperaba un misterio, aunque me encantan. Me encantan ver casos de buscar al asesino o juegos parecidos, libros que retan al lector a pensar, como lo son (mi único ejemplo) los libros de Dan Brown. Aquí, juro que tenía un cuadernito especial donde anotaba todo: sospechosos, pistas, descartes, descripciones. Y entre todos los caballeros, sospechaba de Lucio Cavalli. Lectores, había algo dentro de mí que me decía: ese es. Debo decir que Lucio tiene pocas apariciones, y no sabía por qué me llamaba la atención. Por un momento me asusté y pensé que resultaría ser Marco Grimani, o peor: que Bruno Cominnetti en realidad estaba fingiendo el capturarse a sí mismo, sin embargo ya antes de la mitad lo descarté por completo debido a lo absurdo de la idea.
Cuán grande fue mi alegría al ver que mis sospechas eran ciertas y resultó ser Lucio. ¡YO LO SABÍA, LO SABÍA! ERA DEMASIADO CALLADO Y CON POCAS PARTICIPACIONES PARA NO SER ÉL. ¡QUISIERON ENGAÑARME PERO NO PUDIERON, SÍ QUE NO!
Terminé este libro entre las 3-4 de la mañana, con toda mi familia dormida, ¿Y SABEN LO FRUSTRANTE QUE FUE EL NO PODER GRITAR? Tenía una euforia dentro de mí, anhelando escapar a través de mi garganta y boca. Mi pobre almohada, si fuera humana, habría quedado sorda. Estaba feliz, extasiada, ansiosa, triste, miles de sentimientos bullendo dentro de mí. Ni siquiera sé cómo fue que pude dormirme.
Las frases de Diávolo fueron tan hermosas que toda mi edición digital, podría decirse, quedó resaltada. La prosa de Myriam, a través de los pensamientos de Diávolo, es tan cautivadora... ¡Amo a esa mujer y su pluma!
"Temblaba de frío, se estremecía, sudaba y murmuraba entre sueños. Durante toda la noche la obligué a beber, poco a poco, el agua de una jarra que le había traído Dita.No pensaba, trataba de no ponerme en lo peor. Jianna era fuerte, podía sobrevivir. Y lo hizo.
Si Jianna hubiese muerto aquella noche, me habría vuelto completamente loco."
¡YO TAMBIÉN QUIERO UN DIÁVOLO!
Diávolo no dejaba de moverse por el granero.
─No puedo dejarlo con vida ─le decía a Jianna.
─Tienes que pagar por lo que has hecho ─continuaba Marcelo.
─Deja que lo mate ya ─repetía Diávolo
─¡Cállate de un vez! ─le gritó Jianna y hasta Marcelo temió alguna represalia por parte del asesino. Pero Diávolo tan solo la miró silencioso un instante y salió del granero. Marcelo observó a Diávolo, la silueta del asesino acechando como un animal sin apartar los ojos de él a través de la puerta, y seguidamente miró a su hermana.
─¿Qué clase de mujer eres ahora, que te atreves a gritar y a empujar al demonio al que todos temen y él no es capaz de reprenderte?
─Ese demonio me salvó la vida...