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Un clásico de la literatura universal que hasta ahora he tenido oportunidad de leer. Sin duda una novela obligada si quieres conocer el gótico victoriano en su máximo esplendor y si quieres saber por qué razón, a lo largo de más de un siglo, Drácula es el vampiro más famoso y que nadie puede tumbar de su pedestal.
Y es que si bien el género vampírico ha (de)generado corrientes variopintas, el origen del mismo creo que se refleja en esta obra seminal: la corrupción del alma humana al grado de no encontrar descanso ni en este ni en otro plano existencial, viviendo una maldición sin fin que solo puede ser restaurada a través de la destrucción corporal del individuo para permitir su libre tránsito al descanso de ultratumba.
La obra me pareció excelsa en su descripción detallista de los elementos de la sociedad de finales del siglo XIX y nos logra transportar a una realidad en momentos muy parecida y en otros totalmente ajena a lo que vivimos hoy en día. Quizá en momentos un poco cansado y repetitivo, pero por alguna razón me encontraba queriéndome saltar párrafos sabiendo que repetiría algo, pero con curiosidad sobre una posible nueva pista o descripción que completara el retrato tan realista de cada cuadro narrado.
La historia cuenta la conformación de un equipo de personajes de la época que buscan dar caza a Drácula, un vampiro que ha decidido expandir su territorio de terror de Transilvania a la Inglaterra de finales del siglo XIX. Este equipo está liderado por van Helsing, un doctor con extensos conocimientos vampíricos. El descubrimiento de las capacidades del vampiro y la manera en la que es posible combatirlo se va develando a lo largo de la historia, con elementos que hoy en día damos por hecho en la cultura popular, pero que sin duda en ese tiempo debió haber causado revuelo y terror.
Destacaría dos elementos que quizá puedan ser motivo de reflexión si te animas a leer este libro: el primero es que sin intentar serlo y con las debidas distancias (tratando de entender el momento en que se escribió) se me hizo muy feminista el libro, le da un lugar muy importante a la mujer en una época en la que apenas empezaba a hacerse conciencia de ello y podría decir que en muchos sentidos Mina, una de las protagonistas, es la heroína de la historia y sin ella, el grupo que tiene la misión de derrotar a Drácula no habría tenido oportunidad, tanto por la parte técnica que cubre ella (es la que sabe cómo ordenar mejor la historia para darle sentido y encuentra las piezas del rompecabezas que ninguno de los otros puede ver), como por la parte anímica, pues el autor no duda en insistir que es quien mantiene en alto el espíritu de todos cada que es necesario.
El segundo elemento es su carga espiritual e incluso teológica (no sé hasta qué punto de manera consciente) en los soliloquios relacionados con la salvación del espíritu, el perdón, la piedad y otras virtudes teologales. Si te gustan estos temas, seguramente tendrás tema para reflexionar y profundizar, si no, tampoco necesitas detenerte en esos pasajes y solo los sigues de largo.
La crítica que más se le puede hacer al libro es lo abrupto del final, se tejió de tal manera la historia que resulta anticlimático que la historia termine de tajo en un par de páginas. No por ello dejaría de recomendar que te acerques a este clásico y lo disfrutes.