Nunca pensé que un libro de 200 páginas se me haría así de pesado y monótono.
Los personajes se me hicieron vacíos y repetitivos, al igual que la trama en sí. Aunque la premisa de viajar en el tiempo para experimentar una versión alternativa del pasado me resultó intrigante, la ejecución y escritura dejaron mucho que desear.
No he tenido la fuerza suficiente para acabarlo, pero sé que si lo hubiese hecho le habría puesto una estrella igualmente.
Me ha decepcionado un poco en comparación con La verdad sobre el caso Harry Quebert.
Sigue siendo entretenido, pero no es igual que el anterior que te engancha desde el primer momento. Hay capítulos donde se narran acontecimientos de algunos personajes que me sacaban totalmente porque no tenían nada que ver con lo que estaba pasando, y parecían más de relleno. Pensé que al final del libro todo cobraría sentido, pero me da la impresión de que estos segmentos adicionales fueron incluidos simplemente para extender la extensión del libro de 400 a 600 páginas.
El final ha sido lo más decepcionante. No tiene ningún sentido y el autor te lo lanza a la cara así sin más.
Tenía intención de leerme El caso Alaska Sanders después de este, pero creo que pospondré esa lectura para el futuro, porque después de este libro no me apetece volver a leerme otro de Dicker.
—Japón nunca cambiará. Nunca integrarán a los gaijin y, cariño, aquí tú siempre serás un gaijin, nunca serás japonés.
Considero que Pachinko es una excelente introducción no solo a la literatura coreana, sino también a la discriminación histórica hacia los coreanos por parte de los japoneses. Es algo que ya conocía, pero leerlo e imaginarme las experiencias de los personajes hizo que esta realidad fuera más vívida y me llegase más. También destacar que algunas situaciones narradas fueron experiencias reales, lo cual hace que me sienta aún peor (gracias Min Jin).
Lee ha realizado un trabajo admirable al crear situaciones complejas donde la discriminación y la marginalidad son una constante en la vida cotidiana. Cualquier coreano o japonés es capaz de hablarte del sentimiento anticoreano/antijaponés que existe en sus países. Y aunque el tiempo avance, seguirá persistiendo una hostilidad entre ambas comunidades, convirtiendo este libro en algo atemporal.
Es un libro de lectura fácil. A partir de la mitad del libro se me hizo un poco cuesta arriba, pero creo que es porque los cambios de generaciones hicieron que desconectara un poco.
Es increíble cómo Han Kang convierte algo tan simple como dejar de comer carne en una exploración brutal de la opresión, la rebeldía y el costo de ser libre. Es algo muy intenso que desde fuera de la cultura coreana no todos podrían captar.
—A woman's life is always miserable.
Pensar que Firdaus existió de verdad me rompe un poco más.